miércoles, 10 de noviembre de 2010

10 de Noviembre de 2010

suenan unas campanas, las mismas cada mañana. Es mi despertador. Son las 9 de la mañana. A estas horas se supone que todos mis compañeros de trabajo ya deben estar allí si es que no han llegado antes.

yo, como "becario" que no tiene ninguna función específica asignada y que se busca las castañas haciendo el trabajo español, llego a trabajar sobre las 10.20 ó 10.30, dependiendo de lo que remolonee en la ducha, de la conversación (a base de gruñidos, ya que es por la mañana y antes de la ducha ya se sabe) que tenga con Muxu o de lo interesante que esté el libro (acabo de terminar "the fight club") ya que, como me conozco perfectamente el camino, voy ya como un autómata por los pasillos del metro, despacito (a esas horas afortunadamente hay poca gente) y deteniéndome en las escaleras mecánicas y pasillos rodantes para avanzar en la lectura del mismo.

exactamente a las nueve y dos minutos comienza el holocausto nuclear..o al menos, las sirenas que avisan al mismo. Un sonido penetrante y contínuo, que hace ladrar a gatos y maullar a los perros, que poco a poco se va incrementando con el ruido de alarmas de coches, pero curiosamente, sin pitidos.



entonces me acuerdo de mi experiencia erasmus y de cómo sonaban el primer miércoles de cada mes la alarma antiaérea a las 12 durante un minuto para recordar a los caídos en las guerras mundiales.

pero esta sirena era más larga, más continua. Empiezo a sospechar conspiraciones paranoicas (es lo que tiene estar medio dormido) y me levanto y descorro la cortina del salón. En la calle los coches están parados y la gente se encuentra en el centro de la misma, parada, como mirando al infinito.

¿bomba? ¿otra vez? ¿a las nueve de la mañana? ¿es que los terroristas no respetan nada?.

Más tarde descubro que es el aniversario de la muerte de Ataturk. Murió un día como hoy hace exactamente nosecuantos años, a las 9:05 de la mañana. Desde entonces cada año suena una sirena y la gente se pone de pie y guarda silencio. Todo el mundo deja lo que está haciendo, los coches se paran en las calles, la actividad frenética de Estambul, que están todo el día como hormiguitas se detiene por unos instantes para homenajear a su líder.

Ataturk (Ata-Turk: padre de los turcos, título concedido por el parlamento), como he dicho en otras ocasiones, es casi una divinidad y se le recuerda con admiración, respeto y cariño. Además de estar su fotografía en todos los negocios (y en bastantes casas) así como en sitios oficiales, ee encuentran fotos suyas en diferentes actividades por muchas calles de Estambul, como si fuera el catálogo de actividades de Teo: Ataturk va a la granja, va al hospital, saludando a la tropa, inaugurando pantanos centros culturales...

lo "mismito" que ocurre el 20 de Noviembre en España... grandes diferencias entre haber tenido un dictador y un revolucionario.

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